sábado, 22 de junio de 2013

MI HIJO NO ESTUDIA ¿QUÉ PUEDO HACER?




La conducta de estudio, mantenida de forma constante y en condiciones adecuadas, es el elemento primordial para conseguir un nivel de logro académico adecuado.

Destacada la ausencia de déficit intelectual o retraso en habilidades curriculares previas, el fracaso académico de un escolar puede explicarse por un método inadecuado de estudio, unas habilidades de trabajo intelectual insuficiente, unos malos hábitos, una falta de apoyo social a su esfuerzo o por unas actitudes negativas hacia el estudio.

En otras palabras: el escolar inteligente que no presenta retrasos curriculares y que suspende se debe a que NO SABE ESTUDIAR, NO ESTUDIA LO SUFICIENTE O NO ESTA MOTIVADO PARA HACERLO.

¿Qué hacer con los estudiantes que, simplemente, dedican muy poco tiempo a actividades de estudio, o que estudian únicamente en los días previos a una evaluación?

En estos casos, los diagnósticos que los padres suelen realizar consiste en afirmaciones del tipo: “es vago”, “no le gusta estudiar”, “no se concentra y se distrae con mucha facilidad”, “no tiene fuerza de voluntad”, y similares.

La mayoría de mis alumnos carecen de hábitos de estudio y, por ello, les cuesta mucho ponerse a estudiar teniendo, como tienen, otras actividades muy placenteras y tentadoras, ordenador, amigos,  juegos, móvil, televisión, etc…

En cualquier caso, planteémonos la siguiente cuestión: ¿realmente podemos pedir a los escolares que se pongan a estudiar horas después de haber permanecido en clases intensan y esperar que lo hagan con agrado…? ¡Seamos honrados con nosotros mismos par poder serlo con nuestros hijos!

Como adultos, nosotros sabemos, por experiencia, que el futuro socio-laboral se encuentra en estrecha relación con la competencia académica de los individuos, de manera que cuanta mejor sea su preparación académica, mayores y mejores oportunidades tendrán en el futuro. Sin embargo, aunque esto resulta fácil de entender a nivel verbal, no resulta tan sencillo de incorporar al funcionamiento diario de los alumnos.

En cambio, constantemente comprobamos cómo una promesa de recompensa, o una amenaza de castigo inmediatos, consiguen movilizar al individuo en la dirección pertinente para obtener lo que desea y evitar lo que le desagrada. Así pues, la Ley del Efecto: la conducta se modifica por las consecuencias inmediatas, constituye uno de los principios básicos explicativo del comportamiento humano.

En base al mismo, hemos considerado la enorme utilidad que podría tener para los alumnos que no se ponen a estudiar, un curso de técnicas de estudio junto con un programa estructurado de estudio dirigido y de entrenamiento en auto-control en el estudio.

De esta manera, el objetivo último a lograr, consiste en mejorar el rendimiento académico y las notas escolares de los alumnos, a través de un conjunto de hábitos de estudio y trabajo intelectual, utilizando todos los instrumentos y herramientas que el alumno ha adquirido durante el curso de técnicas de estudio.


 Francisco Javier Arroyo Ortega